un día como otro cualquiera... o no...

Llegué al hospital para despejarme un poco del ambiente que había en casa... bueno, más bien el poco ambiente... Llevaba ya bastante tiempo sin saber nada de los componentes de su familia y eso realmente me preocupaba, pero sé que se pueden defender en caso de que pase algo así que decidí comportarme como si no pasase nada.
Hablé con la recepcionista preguntándole novedades y lo único que había ocurrido en toda la mañana había sido un esgince y un catarro...
-Vaya... que diversión... Bueno, espero tener al menos papeleo.- "Gracias" le dije y me dirigí a la segunda planta en busca de algo para entretenerme.

Llegamos al hospital en poco tiempo... Dejé la bici por fuera del edificio y entré. "Necesitamos un médico, señorita" le dije a la recepcionista "Mi amiga no se encuentra muy bien. ¿Sabe si el doctor Cullen está disponible?" Entonces esperé a la entrada teatral de Hannah, aquella chica de mirada violeta.

((rojo, enfermera))


Hannah entró andando encorvada por la puerta principal de aquel centro médico para reunirse con la rubia que acababa de conocer, mientras se agarraba el estómago poniendo cara de verdadero sufrimiento o.. algo parecido. Se acercó al mostrador a espera que la recepcionista notara su dolor

-¡Vaya, muchacha! Estás pálida..- se apresuró en decir aquella mujer mientrás tocaba la frente de la joven vampiresa- ¡y también estás helada! Ahora mismo le llamo, esperadme aqui..

Cuando por fin la recepcionista dobló la esquina, Hannah volvió a su postura recta y elegantemente se apoyó en la mesa de la salita principal, mirando con ojitos de inocencia a Rosalie


((te toca, carlisle ^^))

Obedecí a Carlisle y le seguí hasta una especie de despacho que nunca había visto. "Quiere hablar contigo" dije únicamente. Y me senté en una esquina, esperando a que me echasen o a escuchar la conversación; pero sin ninguna intención de interactuar.

"Así que tiene un maestro... interesante... Me pregunto quién será... Conozco a todos los jefes de América... algunos de África, Europa... y creo que nunca he conocido a alguno con apellido Franks..." Pensé.

"...Mi maestro y yo pensabamos en establecernos aqui, pero pensaba que aqui no tendriamos enfrentamientos" Dijo.

-¿Enfrentamientos?, no cariño, con nosotros no hay de eso nunca... somos un aquelarre numeroso, fuerte... pero no solemos enfrentarnos con nadie... Se dice que los vampiros somos diplomáticos... Ya sabes, solucionamos todo con la palabra... Bueno, pues nosotros somos así.- Concluí con una enorme sonrisa que de ser humana, hubiera sido una sonrisa cálida. -Sí, este territorio está habitado por nosotros y aparte, estamos acompañados por hombres lobo también... Así que creo que ya somos bastantes... Por cierto... ¿Quién es tu maestro...?-Concluí y fulminé con una mirada a Rosalie esperando que me diera una explicación más extensa de lo que había pasado entre ellas dos... Cómo se habían conocido, y esas cosas... Estaba muy confuso...

La mirada fulminante que Carlisle me dirigió me sorprendió. -Parece enfadado- pensé, aunque no podía ser cierto... Carlisle nunca se enfadaba. De cualquier forma, la interpreté como un "de aquí no te mueves hasta que no me expliques todo" así que le dije brevemente "Conoció a Edward, por eso le hablé de ti..." Y desvié la mirada, esperando lo peor.

No, Carlisle no se había enfadado. -Qué suerte- pensé. Estaban entablando una conversación curiosa. No se me había ocurrido preguntarle de donde venía a esa chica, esperaba que Carlisle sacara en claro sus intenciones... ¿Por qué Edward desaparecía cada vez que se le necesitaba? De cualquier forma, no me moví ni un ápice. Mi mirada continuó fija en la ventana, tal y como la había dejado al desviarla. Estaba atenta a la respuesta, quería saber cómo conoció a Edward... Y si él fue capaz de averiguar algo.

Cuando Alice entró por la puerta yo apenas giré la cabeza. Pues poco en esta "vida" podía ya sorprenderme, y había captado el olor de Alice desde el momento en que pisó la puerta del hospital. -Perfecto, ahora sólo falta que me devuelva mi coche- me dije a mi misma.

-Hola Alice, -la saludé, sin siquiera sonreír ni mirarla- ¿Te lo has pasado bien con mi coche por ahí?

Tras mi intervención, escuché cómo apelaba a Hannah y le hablaba en tono cordial. Quizás no hubiese metido del todo la pata al presentársela a Carlisle, quizás tenía buenas intenciones. Si Alice no fallaba, había obrado como la mejor y sería una heroína. En caso contrario, sería la culpable de todo. Pero me alegraba saber que compartiría algo de culpa con Edward y con Alice, pues ambos la habían considerado inofensiva.