GANADORES DEL CONCURSO

Era una tarde de verano, y Bella estaba en la parte de atrás de la casa de su padre, en Forks, sentada debajo de un árbol leyendo de nuevo “Cumbras Borrascosas”. Últimamente, no había tenido mucho tiempo libre, y parecía haber pasado un siglo tras la última vez que había estado tan relajada.

Hacía relativamente poco tiempo desde que había llegado a Forks, pero fue el tiempo suficiente para pasar un sin fin de cosas. La mejor de todas ellas había sido conocer a Edward, un chico poco común, el cual llenaba todos sus pensamientos.

Tras estar durante toda una hora abstraída en la historia y concentrada en cada una de las palabras, se desperezó y miró al cielo. Aún el sol estaba en lo alto del firmamento, y los pájaros cantaban alegremente, pues un día soleado en Forks era bastante extraño, aun siendo pleno verano.

Los días soleados Edward y su familia solían irse al bosque a cazar, para así no estar en problemas al estar frente a personas y no sentirse sedientos. Los Cullen son uno de los pocos aquelarres de vampiros que se mantenían a “dieta” por así decirlo, pues se alimentaban de la sangre de los animales que cazaban.

Mientras Bella trataba – sin ningún éxito- de imaignar cómo serían esas cacerías, entró en casa y se dirigió a la cocina pues quería prepararse un bol de cereales con leche. Al abrir la puerta del armario en el que solían estar los cereales, no los vio, pero ella sabía que debía haber, porque esa mimsa mañana había abierto una nueva caja, y había apuntado mentalmente el pasarse por el supermercado y comprar más. Como seguía sin verlos desde auqella altura, decició subirse sobre una silla y vio una caja, pero no la que ella estaba buscando, sino una que tenía un aspecto ciertamente antiguo. A Bella le entró la curiosidad y decidió cojerla para ver mejor su interior sobre la mesa.

Al abrir la caja, vio que su interior estaba repleto de fotografías… fotografías de una mujer joven que no reconocía pero que le resultaba familiar. Tras ver unas cuantas más, vio a una niña en los brazos de la mujer, y la fijarse un poco más se dio cuanta de algo.

– ¡Esta niña soy yo! Pero... no recuerdo cuando la hicieron. – dijo mientras miraba el reverso de la fotografía para verificar si había algo escrito que le ayudase a recordar. Y al ver que sí que había algo escrito, leyó – Bella y mami.

Bella estaba muy confundida, no entendía nada. Por unos momentos, no sabía que hacer… No podía hablar con Edward, y ella sabía que sólo una persona podía explicarle todo aquello. Mientras marcaba el teléfono casi de forma automática, no paraba de repetirse a sí misma que no era posible que fuera su madre, puesto que ella conocía a su madre. Pero le decía que algo no estaba bien, y que había muchos interrogantes que necesitaban una respuesta. En ese mismo momento una voz sonó al otro lado del teléfono.

– ¡Hola Bella! ¿Qué tal estás hija? – dijo alegremente René. – Estaba pensando en ti, y cuando vi tu número en el identificador de llamadas me sorprendí. – Tras un largo silencio, René le preguntó – ¿Te pasa algo cariño?
– Tengo algo que preguntarte y no sé cómo hacerlo… Acabo de encontrar una foto mia con una mujer y en le reverso pone que es mi madre… Pero no es posible, ¿verdad?
– Sabía que este día iba a llegar pronto. – Dijo terminando con un suspiro – Sí, Bella, ella es tu verdadera madre, mi mejor amiga. Hace mucho tiempo me pidió un gran favor, que era que cuidara de ti. No paraba de repetir que estaba en peligro y que no quería que te pasase nada, y yo no me pude negar… …

Tras escuchar esto, Bella colgó el teléfono y se puso a llorar desconsoladamente. Inmediatamente después, marcó el número del móvil de Edward y para su sorpresa, una melodiosa y dulce voz le contestó. En ese momento ella supo que nunca se cansaría de escucharla.

– Hola Bella. – Saludó Edward con lo que pareció una sonrisa en la cara – Estoy dirigiéndome a tu casa.

En ese momento, Bella miró por la ventana y vio que lo que le dijo era cierto. Lo que había sucedido, le había golpeado tan fuerte, que no se había dado cuenta del paso del tiempo. Al mismo tiempo, se dio cuenta de que sus manos estaban húmedas, pues las lágrimas que aún seguían saliendo de sus ojos, se estaban derramando sobre ellas. Edward puso oír como suspiraba y supo que estaba llorando, pero antes de preguntarle qué le sucedía, Bella estaba hablando.

– Necesito que vengas rápido… Ha pasado algo, b-bueno, más bien he d-descubierto algo que no sé como asimilar. – no podía evitar tartamudear levemente debido a su estado.
– Llegaré un dos minutos, tranquilízate Bella, todo va a ir bien.

Poco después, apareció Edward y tras contarle toda la historia y ver la fotografía, la convenció para que fueran a su casa. Edward no le había dicho que le parecía haber visto a la mujer de la fotografía anteriormente, pero pronto sabrían si se confirmaba su sospecha.

Al llegar a la casa de los Cullen, Edward dirigió a Bella al despacho de Carlisle y tras entrar, saludaron al doctor y le mostraron al fotografía. Al verla, Carlisle se quedó muy sorprendido.

– ¿De dónde habéis sacado esta fotografía? – les preguntó rápidamente Carlisle.
– Sabes quien es, ¿verdad? – secamente Edward se dirigió a Carlisle, mientras mantenía a Bella sujeta con su brazo alrededor de su cintura.
– Si. Se llama Margaret, y hace un tiempo fue perseguida por el gran consejo. Todos los Vulturis estaban a su acecho, ya que era la gran cazadora. Había matado a muchos de los nuestros, todos se trataban de sanguinarios neófitos, pero aun así, ellos creían que no se podían permitir que siguiese con vida. – tras una pausa añadió – ¿Por qué tanto interés en ella?
– ¿Y qué más sabes de ella? – por un momento miró a Bella y dijo - ¿Qué le sucedió?
– Tras mirar tanto a Bella como a Edward detenidamente, Carlisle les dijo – Sabían que era valiosa, porque tenía… capacidades que las personas normales no tienen, así que decidieron unirla a sus filas, y ahora es una de ellos. – al no entender nada, decidió ser directo con su palabras y sus pensamientos – No acostumbro a repetir las cosas, pero ¿porqué os importa tanto este asunto?

Tras unos minutos en silencio, Bella pareció recobrar su lucidez, y tras mirar a los ojos a Carlisle, dijo – Porque Margaret es mi verdadera madre.

Esta vez descubrí que el amor verdadero no residía en una persona la cual conoces desde hace tiempo… No, en mi caso se trataba exactamente de todo lo contrario. Edward llevaba en mi vida poco menos de cuatro años y medio y ya se había convertido no solo en mi razón de existencia sino también en lo que yo consideraba vida, ese término que dejó de existir para mí hace poco con el suceso de mi conversión vampírica.
Las cosas las empezaba a ver desde otro punto después del enfrentamiento con el ejército Vulturi y con los jefes del clan. En mi vida había imaginado que en mí, una chica tan patosa, normal y extraña a la vez, se pudiera hallar semejante poder como el que demostré protegiendo a mi familia de los ataques invisibles de nuestros adversarios y sobre todo protegiendo a mi otro pedacito de vida: Renesmee.
Juntos y sin darnos cuenta nos habíamos embarcado en la grata vida de ser padres por vez primera. Nessie era una niña muy especial a la cual quería con todo mi corazón y mi ser. El problema llegó un día de invierno, cuando ella jugueteaba con Jacob.
-Vaya Nessie, cada vez tienes los colmillos más afilados. –Le oí decir a Jacob. Las carcajadas de Renesmee se oían en toda la casa.
-Venga Jake, ¡No seas tan quejica! –Me encantaba verla tan feliz junto a Jacob, si ella era feliz, yo lo era con ella. Aunque ese día las cosas eran un poco diferentes de lo que antes lo eran… La mirada de Jacob era distinta. Miraba a Nessie de una forma extraña. Me daba la sensación de que planeaba algo…
-Jacob, ¿Puedes venir un momento, por favor? –Intenté que sonara lo más dulce y tranquilizante posible… Pero era malísima para esas cosas. Nervioso, se acercó.
-¿Qué te pasa Bells?, Te noto rara… Crispada.
-Tú sabrás por qué. ¿Qué plan te cruza la cabeza en estos momentos? Sé que tiene que ver con Nessie y que no me gustará para nada. –Odiaba que Edward no estuviera en casa, justo ese día había salido con el resto de la familia a cazar. –Sabes que Edward no tardará en volver y que lo adivinará de todas formas.
Vi como empezaba a temblar, realmente ocultaba algo y se había puesto nervioso con mi pregunta. Estaba claro que no tenía buenas intenciones tampoco. De repente, todo se me aclaró en un segundo. La forma en que miraba a Nessie los últimos días, el acercamiento en aumento a diario… Realmente lo que tenía planeado hacer era aún peor de lo que me imaginaba.
-¡Jacob Black!, ¡No se te ocurra pensar si quiera en ese estúpido plan!, Sabes de sobra que daríamos contigo y que Edward no te dejará escapar vivo si logras hacerlo.
Su cara y su vergüenza dibujada en ella me lo dejaron muy claro, no me estaba equivocando. Jacob quería llevarse a Nessie con él para poder vivir con ella a solas sin tener que preocuparse de los horarios que le habíamos marcado para asistir a verla.
Un par de segundos después, la cara de Jacob pasó de la vergüenza al sufrimiento interno. ¿Me estaría equivocando yo y lo que realmente quería era…? No puede ser.
-Ya veo, lo que planeas no es llevarte a Nessie para quedártela, sino para quitarte la vida provocando a Edward.
Una vez más, su silencio y su rostro le delataron.
-Bella no hables si no sabes. No tienes ni idea del sufrimiento por el que paso día a día. Ver a Nessie con esa cara de inocente belleza, esos pómulos que me recuerdan tanto a los de su madre al igual que los ojos… Todo hasta ahí es perfecto hasta que me sonríe y nuevamente deparo en que es vampira. ¡No puedo vivir así! Viéndola crecer día a día y saber que nunca podré ser más que un amigo para ella. No tienes ni idea Bella.
No podía dar crédito a sus palabras recientemente dichas. Jacob tenía razón y nosotros no podíamos hacer nada para solucionarlo. Me dolía muchísimo ver a mi mejor amigo sufrir de ese modo, pero no, no podíamos ayudarle. Un sentimiento de culpabilidad y tristeza se apoderaron de mi estado en menos de una milésima de segundo.
La escena se había paralizado y no quedaba más que la incertidumbre y la desesperación de Jacob grabados en su rostro, el cual estaba clavado en el suelo con una lágrima naciendo de la cuenca de sus ojos. Nessie estaba ajena a todo esto, pero pudo palpar la tristeza tanto como nosotros. Se acercó a él y le dijo.
-Jake, no estés triste… Siempre serás mi lobo favorito.
Las lagrimas terminaron por salir de los ojos de Jacob, muriendo en su mentón y arrojándose al vacío.